Apreciados todos:
Se cuenta de Bonaparte, quien no sólo conquistaba con las armas y la estrategia, sino también con la lengua, que en medio de batallas encabezaba a sus soldados en la plantación de árboles para las principales ciudades francesas.
Entre el afán de esas tareas, uno de los uniformados se acercó al gran líder y, de plano, le cuestionó qué caso tenía plantar árboles cuando todos ellos no disfrutarían de su sombra, ni de su follaje, por aparecer en muchos años más.
“A lo mucho”, relatan que le dijo el quejoso, “veremos brotar varitas con dos o tres hojas, pero nada más”.
Napoleón quedó mirándolo y con gesto reprobatorio declaró en voz alta, para que también los demás oyeran: “No estamos plantando estos árboles para nosotros, sino para las próximas generaciones de nuestra Francia”.
Traigo la anécdota por la importancia que reviste cada acto nuestro: no sólo el de ahora, sino también todos los de ayer y anteayer: también los de mañana, los de pasado mañana.
Ese gran hombre llamado Thomas Alva Edison, quien literalmente dejó luz para nuestras vidas, proclamó con portentosa humildad que todo lo que dejaba a las nuevas generaciones lo había logrado gracias a que subió a los hombres de gigantes que vivieron en este mundo antes que él.
Estamos montados ahora sobre 470 ciclos de esa grandeza. Como pueblo con valores cristianos, esta tierra, este punto del planeta se ha plantado 470 veces sobre este exacto lugar en el espacio y el universo.
¿Qué hemos aprendido? ¿En qué hemos mejorado el linaje caxcán y español que es el tronco nuestro?
Mostremos los réditos, las ganancias de lo que recibimos al nacer y crecer en este Jalpa que primero se entregó a Santiago y luego a su Cristo que era moreno.
Mostremos lo que hemos hecho ahora de las familias antaño agricultoras y chiquihuiteras, luego minerales, durante buen tiempo migrantes y frutícolas y luego comerciantes.
¿En qué medida estamos orgullosos de lo que hemos hecho? ¿En qué medida hemos fallado a lo que dejaron en nuestras manos los abuelos?
¿Dónde están la lucha y el brío que distinguieron tanto a esta raza, y que estuvieron a la altura exclusiva de un virrey y todo su aparato de represión?
Retomo la imagen de la anécdota primera. ¿Hemos plantado todos los árboles que nos corresponden?
Con todo, creo que debe ser mentira eso de que la fuerza de Jalpa, Zacatecas, radique en las remesas que vienen del norte.
No somos un pueblo de pusilánimes, de atenidos, de flojos, de comodinos. Existe en nosotros valor que se sustenta en resultados.
Como dicen los viejos jalpenses: “La riqueza de uno está guardada en las canillas”.
Eso es garantía de que hoy, en este momento, podemos iniciar 470 años más para nuestro Jalpa y sus familias. 470 años mejores, dignos de suceder a los que ahora celebramos.
Muchas gracias.
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