Fresnillo da el último adiós al cronista de la ciudad, Rafael Pinedo Robles .

Rafael fue un funcionario leal y querido por todos, afirmó el alcalde Carlos Guardado
■ foto: HUMBERTO CAZARES



■ Lo despiden entre aplausos y el reconocimiento por su labor en pro del municipio
■ Autoridades civiles y funcionarios del ayuntamiento acudieron a la misa que ofrecieron al historiador

FRESNILLO. Entre aplausos, vivas y el reconocimiento por su labor a favor del municipio, autoridades civiles y eclesiásticas ofrecieron los máximos honores a los restos del cronista de la ciudad, Rafael Pinedo Robles.
Al filo de las 15 horas, luego de ser velado por familiares y amigos, el féretro del historiador ingresó al pasillo principal del Palacio de gobierno, en el cual ya lo aguardaban integrantes del ayuntamiento.
Al son de los tambores, fuerzas policiacas y rescatistas ataviaron el ataúd con la bandera mexicana y una imagen de la Virgen de la Purificación, como reconocimiento a su labor.
Luego una veintena de músicos de la Banda Municipal Santa Cecilia entonaron melodías, entre las cuales destaca Cruz de Honor, Amor Eterno y la favorita de Pinedo Robles, Estrellita, del compositor Manuel M. Ponce.
A unos cuantos metros se encontraba su esposa, la señora Silvia Sánchez Camacho y tres de sus cuatro hijos.
En su momento, el presidente, Juan Carlos Guardado Méndez, señaló que “su gobierno rinde la mayor condecoración al cronista de la ciudad, porque no sólo fue quien relataba el quehacer diario, sino era un funcionario leal”.
Lamentó su pérdida, deseo resignación a los suyos y dijo que será difícil que alguien ocupe su lugar, no sólo por lo que hizo como cronista, sino como periodista connotado, esposo y padre de familia.
El alcalde leyó públicamente el recado póstumo que en vida escribiera Rafael Pinedo, dirigido a sus hijos y esposa, en el cual pidió que no lloraran por él, en cambio lo llevaran en su corazón.
Tras el reconocimiento, los restos fúnebres fueron trasladados a la Iglesia de Nuestra Señora de la Purificación para recibir los santos oleos y luego ser incinerado, en lo que fue su último adiós.